sábado, 18 de agosto de 2007

caracteristicas del docente para el nuevo sujeto escolar


Hasta hace un tiempo, la enseñanza tenía al profesor como eje central, limitando su obligación a explicar los diferentes contenidos con poca o ninguna responsabilidad en el aprendizaje del alumno. Si éste aprendía, el profesor era bueno y si, por el contrario, no progresaba, la responsabilidad recaía en el alumno.
Este enfoque es hoy totalmente inaceptable e incluso de dudosa ética y se asume que la enseñanza tiene su razón de ser no porque exista un docente sino porque hay alguien a quien enseñar algo y éste alguien debe ser el objetivo de la acción pedagógica.
En todas la universidades de nuestro país se esta implementando a la pedagogía la enseñanza del constructivismo, para que así sea mas fácil para el futuro docente el enseñar a construir a sus alumnos su propio aprendizaje.
Desde un punto de vista simplista, podemos definir al profesor como una persona que ayuda a otras a aprender. Esta visión puede parecer trivial y de sencillo desarrollo, pero consideremos los diferentes roles que debe integrar en su figura para llevar a cabo su misión de la forma más eficaz posible: Experto en instrucción, Motivador, Organizador, Líder, Orientador, Arquitecto y Modelo.
El profesor debe adaptarse a las nuevas tendencias docentes él deberá asumir una postura responsable y sincera que unida a una apertura intelectual facilite su tarea.
La actitud reflexiva ha de estar presente en la labor diaria del profesor y su profesionalidad docente no debe ser un simple añadido de destrezas que se pueden poner y quitar a voluntad; el profesor debe tener un deseo activo de atender a más de un punto de vista, ser capaz de contemplar las posibles alternativas y reconocer los posibles errores propios aunque esto afecte a sus más íntimas convicciones. Preguntarse constantemente por qué hace lo que hace en clase y si realmente se encuentra satisfecho con ello, es un ejercicio muy recomendable y que debe estar siempre presente en su ánimo.
Además la actividad del profesor se reduce a presentar materiales y orientar el descubrimiento del alumno contestando preguntas puntuales pero no dando explicaciones de hechos problemáticos de los conceptos de las ciencias, de esta manera se deja al alumno que solucione sus dificultades conceptuales, así el aprendizaje de los alumnos será significativo en la medida en que los nuevos conocimientos puedan ser incluidos en la estructura cognoscitiva existente; es decir, de forma no arbitraria ni al pie de la letra, sino de forma substancial.
El profesor tiene que estar actualizado, si desea ser eficaz, no solo en las materias de su competencia, sino también en lo referente a las técnicas didácticas, gestión de grupos, psicología del alumno, y en todas aquellas que le permitan aceptar y adaptarse a los continuos cambios e innovaciones en los que se encuentra inmersa la acción educativa.
Por ello es importante la existencia de una comunicación fluida con el resto de los profesores para que, mediante la colaboración y la coordinación, se reciban influencias que beneficien y potencien la labor docente.
El profesor tiene que mantener una serie de relaciones como parte importante en el desarrollo de su labor como por ejemplo con sus alumnos, con el resto de profesores y con su formación y perfeccionamiento.
Se parte del postulado de que “nadie se educa solo sino que los seres humanos se educan entre sí mediatizados por el mundo” (autor1). Esta dinámica es la que conforma el proceso educativo.
La educación se ve como un proceso permanente en el que el alumno va descubriendo, elaborando, reinventando y haciendo suyo el conocimiento.
Se establece una analogía entre enseñanza y medicina cuando dice que “el gran profesor, como el gran médico, es aquél que añade creatividad e inspiración a un repertorio básico” (autor 2). Pero ambos, no solo han de diagnosticar sino también buscar y aplicar soluciones.
El profesor debe saber que el aprendizaje significativo, supone una interacción entre la información nueva y las ideas preexistentes en la estructura cognoscitiva del estudiante (autor 3).

Autor 1: Paulo Freire
Autor 2: Silberman
Autor 3: Ausubel


El profesor no solo se debe basar en una adopción de nuevas tecnologías ni en el condicionamiento mecánico de conductas sino en el paso de un alumno acrítico a un alumno crítico, con una serie de valores solidarios que nunca se podrán lograr con la aplicación de criterios manipuladores.
Se trata de que el profesor ayude alumno a ser activo y lograr que aprenda a aprender, razonando por sí mismo y desarrollando su capacidad de deducir, de relacionar y de elaborar síntesis. Lo que el alumno necesita desde esta visión es no tantos datos ni informaciones sino instrumentos para pensar, para interrelacionar hechos y obtener conclusiones y consecuencias válidas en la vida real con las que ampliar su entorno.
La base es la participación activa del alumno en el proceso educativo y la formación para la participación en la sociedad, pues solo participando, investigando, involucrándose, buscando respuestas se llega realmente al conocimiento.
Se aprende con lo que se vive, lo que se recrea y lo que se reinventa y no simplemente con lo que se lee y se escucha.
El error es algo que se asume como elemento necesario en el proceso de acercamiento a la verdad. No hay errores sino aprendizajes. También se acepta el conflicto, en lugar de su evitación, como fuerza; sin crisis difícilmente puede haber crecimiento.
Los aprendizajes de los alumnos no solo se basan en el trabajo individual sino grupal (recordemos que nadie se educa solo), de experiencia compartida y de interacción con los demás. El eje es el grupo, no el profesor. El profesor está para estimular, para facilitar el proceso de búsqueda, para escuchar y ayudar a que el grupo se exprese, aportándole la información necesaria para que avance en el proceso. Se propicia la solidaridad, la cooperación, la creatividad y la capacidad potencial de cada alumno.
Es necesario que el profesor tenga buena preparación en los contenidos de la materia y unas cuantas cualidades humanas acordes con la actividad de enseñar para que el sistema funcione. Si el profesor domina los conocimientos que va a enseñar, si el profesor posee una cierta inclinación o vocación hacia la enseñanza, si los alumnos quieren aprender y se comportan bien en clase y estudian en sus casas, las cosas estarán bien en la enseñanza y el aprendizaje. Las funciones del profesor se centran en preparar los contenidos por enseñar, dar todos los contenidos programados, mantener la disciplina de los alumnos, calificar y entregar notas.
No basta con manejar bien la disciplina, sino con transmitir los conocimientos de manera de garantizar que todos los alumnos, independiente de su realidad, aprendan. En este sentido, un buen profesor debe ir de lo general a lo particular, mostrando mayor complejidad de manera paulatina. Por ejemplo, no es llegar y plantearle un problema matemático a un niño sin antes prepararlo para que se pregunte con qué herramienta cuenta y qué interrogantes debe formularse. Otro aspecto es difundir los contenidos según los intereses de los alumnos o el contexto en el que se desenvuelven y también es importante anticiparse y corregir los errores que cometen cada uno de los alumnos.

Diversos estudios han demostrado que la interacción profesor - alumno y la relación entre los estudiantes explica más del 50% del rendimiento de los niños. Por eso, las expectativas del profesor sobre las posibilidades de aprendizaje y desarrollo de sus alumnos, así como el clima de confianza y respeto mutuo en el aula son fundamentales. Un buen profesor se centra en las fortalezas más que en las debilidades, deja a todos participar, aborda los errores no como fracasos, sino como posibilidades de aprender, y establece reglas claras y conocidas para todos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

AUSUBEL, D, NOVAK, J y HANESIAN, H. Psicología educativa
México: Editorial Trillas. 1998
IMBERNON, F. La formación y el desarrollo profesional del profesorado Barcelona.1994.
GARCÍA HOZ, V. Y PÉREZ JUSTE, R. La investigación del profesor en el aula Madrid. Escuela española. S.A.1984.





autora: Carol Villegas Fredes

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